Con esta primera entrada comienza #EnMilanNoHayBravas, y siento decepcionaros pero no, todavía no estoy en Milán (aún quedan unas semanas para ello). Igualmente bien podríamos decir que hace ya algún tiempo que he empezado la aventura Erasmus, y en especial todos sus preparativos. Hay mucho que contar y el tiempo vuela, así que allá vamos con un pequeño resumen de todo lo acontecido hasta ahora.
Tras un primer intento frustrado de pasar un año en la LUT de Lappeenranta (Finlandia), el diciembre pasado tocaba echar la solicitud de la beca escogiendo los destinos que más me interesaran: Dublín, Munich, Turín,... y Milán ¿Por qué Milano? Pues por varios motivos: para partir de cero mejor italiano que alemán, el Politécnico di Milano es una de las mejores universidades en lo que a ingeniería eléctrica concierne, y además la Scala tiene muy buenas ofertas para jóvenes (Dio che nell'alma infondere amor... *emoción en ascenso*). Lo único que no sabía y que me habría hecho replantearme las cosas es el precio de la vivienda: rara es la camera doppia que baja de los 400€ mensuales por barba. En cualquier caso el tema del alojamiento todavía no está cerrado (sí, a estas alturas no tengo dónde dormir), ya que los propietarios siempre piden una visita previa al piso en cuestión antes de cerrar cualquier contrato, así que va a tocar hacer trabajo de campo durante la segunda quincena de septiembre.
Pasados unos meses desde aquel diciembre, salió a la luz la adjudicación, y como no podía ser de otra forma (si no, no estarías leyendo estas líneas) me asignaron Milán, mi primera opción de destino. Desde el primer día estuve labrando mi acuerdo de estudios, no es una tarea fácil conseguir llevarse todas las asignaturas de un año... pero estuve a punto de conseguirlo: dos asignaturas a distancia junto al trabajo de fin de grado. Eso implica que tendré que volver a Sevilla un par de veces a lo peor para examinarme de esas asignaturas. Afortunadamente el trabajo ya lo he terminado, a lo largo del verano he estado trabajando en él y estoy muy contento con el resultado, ya solamente queda escribir (¡12 ECTS quitados de encima!) y presentarlo en septiembre del año que viene.
Una vez pasado el trauma del acuerdo de estudios (y ya veremos si no da más que hablar) tocó dedicarse al papeleo de la universidad, del seguro de viaje, y muchas otras cosas aburridas que hay que hacer porque sí. Entre una cosa y otra llega el fin de curso, y con septiembre y julio libres lo que tocaba no era la fiesta padre (a-ojalá), sino buscar mi primer trabajo bajo el manto de la seguridad social española para aguantar el chaparrón económico milanés. No llegó a ser así (al menos de forma estable) hasta agosto, cuando enteramente gracias a mi tía empecé a trabajar en una conocida discoteca de Marbella.
Y así han sido las cosas, pero ¿ahora qué? Pues esta semana termino el trabajo, así que tras dos meses fuera de casa, volveré a Sevilla; para poder despedirme de amigos y familia, aprender italiano de supervivencia, atar cabos de papeleo, cerrar la redacción del trabajo con Alejandro (al que le debo tanto), y para seis días tras mi llegada irme a Santander a disfrutar de una beca de inglés. Unos días después cogeré el segundo vuelo completamente en solitario de mi vida (quizás con pernocta aeroportuaria incluida), y desde entonces ya seré un alumno Erasmus durante todo un año.
Así pues, entre viajes, idas y venidas, poco queda ya para irme a Milán. Nada más llegar me pondré manos a la obra a buscar un piso como si no hubiera mañana (para lo cual no tengo demasiado tiempo). Una vez el contrato esté firmado sí que empezaré a conocer la ciudad y a mis futuros compañeros, probar las primeras pizzas, enterarme de las ofertas de la Scala, ir a mi primera fiesta Erasmus, chapurrear italiano, visitar la Expo con el tío más fan que puede haber,... y en general a pasarlo bien. Supongo que a más tardar esto ocurrirá sobre el veinti-tantos de septiembre, así que si por esa fecha no sabéis nada de mí ¡llamen a los Carabinieri!
Para llegar hasta aquí han tenido que pasar muchas cosas, pero todavía queda mucho por hacer, muchos cabos por atar y mucho que puede fallar (como coincidan los horarios de dos asignaturas me vuelvo a casa), pero como buen estoico estoy seguro de que nada de ello va a pasar, y que al final todo va a pasar más rápido que una clase de Máquinas Eléctricas a base de diapositivas (badum.-ts). Pensándolo bien, en Milán no hay bravas, así que ¿acaso ya puede pasar algo peor?
Hasta que nos olamos.
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