El Retorno del J̶e̶d̶i Erasmus (por Navidad)

  Tal día como hoy hace tres meses llegaba al aeropuerto de Orio al Serio, después de un vuelo repetidas veces retrasado y con el miedo constante a tener que dejar algo de ropa en tierra. A día de hoy agradezco haber ido narrando cómo fueron esos primeros días, pues a toro pasado ves que al final 'no fue pa' tanto' y que efectivamente Tesla veló por mí para que todo saliera bien. Ha llovido mucho desde entonces (en sentido figurativo, porque al final de tanta lluvia que iba a haber han caído tres gotas), y todavía queda la mayoría por llover, pero ha llegado el momento de hacer la primera y última parada intra-Erasmus y volver a casa.

  Estas tres semanas de Diciembre han dado para bastante, igual no tanto para estudiar (es acercarse Navidad y ser incapaz de abrir un libro) pero sí para disfrutar del ambiente navideño de la ciudad, irse despidiendo paulatinamente,... y cómo no para ir al Crazy Countdown. Como siempre digo, vayamos por partes:

Pizza frita. Sabe a esto (o sea, a gloria).
  Llegó Diciembre y me quedé en el piso solo con uno de los italianos. El frío se había terminado de echar sobre la ciudad, llegaban las temperaturas negativas, la niebla inundaba las calles y la calefacción estaba a tope en el edificio... Como si fuera la 'Sopa de Oparin' en esos cuatro días se dieron las condiciones perfectas para el estudio, y a excepción del día del segundo 'How to Cook' (pizza, pizza frita y salame dolce, yuhu!) así fue durante todo el puente. Lo de tener dos asignaturas a distancias es una ~€"#@ bastante grande, porque a parte de tener que hacerte las prácticas y trabajos por tu cuenta apenas tienes tiempo que dedicarles (sí, ahora mismo podría estar estudiándolas, pero esto lo hago por vosotros), así que para poder dedicarme a ellas enteramente en vacaciones tengo que dejar listas el resto de asignaturas antes de irme... pero bueno, como dicen ahora: 'Sí se puede'.


Salame dolce, te quiero.


El 'famoso' árbol de Swarovski
  Como decía antes, Milán no es que esté muy adornada ahora en Navidad, y al parecer esa es la tendencia general en Italia según cuenta el resto de Erasmus. En España cuando se acercan las fiestas el centro de las ciudades se engalana de luces, colores, coros cantando,... y al fin y al cabo a todos nos gusta, nos anima a consumir y salimos ganando. Pero parece que eso no se lleva aquí. La ciudad apenas tiene dos arbolines (arbolines y no árboles porque si te esfuerzas puedes hasta llegar a la estrella de la punta) y algunas lucecitas dignas de verbena de pueblo... Lo que sí que tiene es una pista de hielo bastante grande y razonablemente barata sobre uno de los Navigli, en la que tuve una amplia hora para darme cuenta lo triste que es tener casi 22 años y ser el que peor patina de la pista.

No tenía foto para este párrafo, así que dejo esta
'presiosa' carbonara que hice el otro día
  Entre villancico y adorno estábamos esperando la llegada de algo muy importante: el voto para las elecciones del 20 de Diciembre. Te dirán que pedirlo es una Odisea, pero la verdad es que es bastante fácil. Al contrario de lo que creía no hace falta ir a la embajada (que está en Roma), con ir al consulado de tu ciudad basta. Una vez allí re registras como residente en Milán (para lo cual necesitas una foto tamaño carnet) y pides los papeles para votar. 'Entre el 30 de Noviembre y el 6 de Diciembre te llegará al correo la documentación necesaria' me dijeron. Era ya 9 al mediodía y estaba indignado, pensando en la pose con la que iba a hacerme la foto de #AdoptaMiVoto, pero como suele ser ya normal en esta aventura en el último momento llegó un sobre con todo dentro. Muchos criticaron la medida de que esta documentación no se enviara por defecto a todos los residentes en el extranjero inscritos como tal, pero teniendo en cuenta la barbaridad de papel que conlleva me parece bastante acertada la medida (siempre y cuando te termine llegando). Una vez lo tienes todo basta con pasarte por la oficina de correos y enviarlo certificado a la dirección que pone en el sobre adjunto a los papeles (y esperar a que el gobierno cumpla su promesa de reembolsarte los 7'8€ que cuesta enviarlo certificado).

  Sin más dilación paso al plato fuerte de la entrada, de Diciembre, y de esta primera parte del Erasmus en general: la Crazy Countdown. Si de algo podemos presumir los españoles, es de hacer fiestas como Dios manda. Tal es así que la mítica fiesta de fin de año universitario de Salamanca fue hace ya unos años exportada a Italia. Y no es que se reúnan los Erasmus de la ciudad para hacer el gamba juntos, sino que todas las ESN del país se dan cita en Milán para ello. Sí, 3000 Erasmus y su staff correspondiente dándolo todo bailando en una misma discoteca. Resulta que el día anterior fuimos a recoger a Centrale a una amiga de Giacomo que venía acompañada por otros dos amigos catalanes (a los que pareció no afectarles nuestra preciosa bandera de España de la habitación), y efectivamente venían expresamente a la Crazy Countdown. Para calentar nos fuimos al aperitivo previo allá por Linate (véase a tomar viento) que la verdad terminó siendo un poco decepcionante: poca gente, poca comida (aunque la polenta con bechamel estaba riquísima) y aquello un poco muerto. 



  Tras comer tanto cuanto pudimos, caer enamorado de forma transitoria de una portuguesa sin bigote, y de jugar al futbolín, llegó la hora de tirar para el botellón (otro gran legado español exportado mundialmente). Una vez allí no paraban de llegar las sucesivas ESNs del país: Bologna, Ferrara, Roma (e inevitablemente recibiéndoles a grito de 'Roma, provincia, Milano capitale')... y nuestros dos compañeros de piso ¡Por primera vez salíamos juntos! La noche prometía: los cánticos se sucedían en el botellón, el frío no pasaba factura y las ganas de entrar en la discoteca aumentaban de forma exponencial. Sin más dilación entramos en el local, nos pedimos un asqueroso Long Island (a falta de Gin Campari) y la fiesta dio comienzo.

  Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien en una fiesta. Hubo anécdotas a patadas. Una de ellas va de cómo Lorenzo y yo separamos in extremis a un español y a un egipcio antes de llegar a las manos; hasta ahí todo bien, pero lo que no nos esperábamos es que el egipcio (gordo, barbudo y sudoroso como el amigo de Indiana Jones) nos empezara a besar en la mejilla y a rociarnos la cara de su sudor, supongo que ahora nos deben un favor en Oriente... Otra bastante buena es en la que un chaval pijete se puso justo en medio del grupo, sin bailar ni nada, solamente a ver el móvil; después de echarle lentamente vuelve a la carga, y así varias veces intentando simplemente molestar. En una de esas embestidas tira un vaso en el suelo y se mancha su bonito chino crudo, así que se produce una falta bifásica en su cabeza (se le cruzan los cables) y empieza a echarme la culpa. En ese momento saqué a relucir toda mi inmersión cultural para espetarle varios 'Cosa vuoi?' con su movimiento ascendente de cabeza, y debe ser que funcionó porque se le cambió el gesto y se largó. Desde entonces rara es la conversación del piso que no termina en intercambios de 'Cosa vuoi?'s. También aprendimos que si quieres conseguir algo de alguien lo que tienes que hacer es darle la razón al otro y hacer como que te vas: En cierto momento de la noche quisimos subir al escenario, pero un 'buttafuori' de 2x2m nos lo impedía. Tras un duelo dialéctico digno de filósofos le terminé dando la razón, que si no podíamos subir pues no podíamos y punto, y a eso de que nos damos la vuelta para irnos y nos abre el cordón para que subamos ¡Viva la psicología inversa!

  Entre anécdota e invisible terminó llegando el apogeo (que no perigeo) de la fiesta: la cuenta atrás. Desde luego esta gente no tiene remedio, encima de que comen lentejas el 31 hacen la cuenta desde 10 en vez desde 12... vergogna, marmaglia! Llueven los papelitos plateados, tiemblan las zapatas de Fabrique... y después suena Fiesta Pagana. Fiesta Pagana. En Milán. Vellitos de punta. Como podéis imaginar los vasos de plástico volaron y la discoteca se caía. Un espectáculo con todas las letras. La noche siguió, las anécdotas continuaron (aunque no se me permita contarlas) y nos terminamos volviendo a casa andando durante más de media hora, a dormir después de una noche épica.
Lo mejor de la visita.


  Como siempre pasa después de una sobreoscilación, la amplitud disminuye y las aguas se quedan más bajas de lo que estaban antes, y esta vez ha pasado algo parecido. La última semana de Diciembre aquí está siendo tranquila, las clases van terminando y la gente se va yendo. Como regalo de despedida nos llevaron al funicular de Brunate a ver cómo funcionaba, sé que estáis ansiosos por saber cómo va, pero el gobierno de Lombardía no me permite difundirlo. Siempre está bien pasarse por Como, y más todavía cuando llegas tarde y subes al tren durante el último pitido bajo la mirada y risa de tu profesor. La explicación fue larga y en italiano, pero me vino hasta bien, pues a los pocos días fue el estreno de 'Star Wars: El Despertar de la Fuerza' aquí en Italia, unos 3 días antes que en España. Fui con mi compañero de piso y dos amigos suyos, que me mantuvieron sufriendo una hora, no tenían nada mejor que hacer que decirme que se les había olvidado comprar las entradas hace quince días. Risas a parte y 3D incluido dio comienzo la película, de la que sólo diré que entendí todo y que no cumplió mis expectativas. Ahora a esperar a 2018.


Así se despide uno de Italia.

  Poco queda por decir. Han sido unos 3 meses muy diferentes, nunca había vivido por mi cuenta en un piso, y de momento la experiencia me está encantando. A pesar de que, como siempre digo, Milán no es un destino Erasmus como tal, no me arrepiento un ápice de la decisión. Igual cuando lleguen los exámenes cambio de opinión y defécome en mi elección. Pero todo llegará, de momento toca cerrar este capítulo, terminar los resúmenes de las asignaturas italianas, y pensar en que en un par de días vuelvo a casa. A casa.

  Hasta el año que viene.

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