Rutina


  Ya tocaba. Nada dura para siempre (ni Arrayán). En cierta manera ya me apetecía sumergirme en el día a día, hacerme un menú semanal, controlar gastos,… sí, en cierta manera ya echaba de menos la rutina. Que decir tiene que la rutina de Erasmus no es la rutina de casa. En mi caso ahora me enfrento a un nuevo mundo de posibilidades llamado tareas del hogar, que engloba artes como la cocina, la limpieza o la contabilidad casera.

Mr. Tellarini poniéndose como ejemplo
de gestión de proyectos en la vida.
  El pasado lunes se acabó el gambeo generalizado y dieron comienzo las clases. A las apacibles once de la mañana daba comienzo Project Management, y con ella mi período en el Politécnico como estudiante. Pinta muy bien, se nota que tiene un enfoque mucho más práctico al de asignaturas similares que he cursado en España. Me recuerda al Global Social Enterpreneurship Institute que cursé en Bloomington: ya tenemos las herramientas, vale, ahora vamos a “ensuciarnos” las manos y a emplearlas de una vez. Las clases las imparte el señor Tellarini, un hombre bastante interesante que se dedica a la consultoría como profesión y a navegar por los océanos como hobby. Se agradece que la persona a la que tienes enfrente se dedique (o se haya dedicado) al mundo privado: las clases son más dinámicas, parecen TED Talks, papel y pizarra quedan a un lado y discurso junto a presentación copan el papel protagonista. Lo vamos a pasar bien.

  El Politécnico ha sido un poco decepcionante en lo que a infraestructura concierne. Las mesas están compuestas por una gran bancada y asientos abatibles anclados a la fila anterior (como ocurre en la US), con la sutil diferencia de que en estas clases no tienes espacio suficiente como para escribir. Literal. La profundidad de la mesa es de 25 cm. Medido con regla. Será cuestión de hacerse, pero va a llevar tiempo pasar de tener una superficie amplísima para escribir a tener que hacerlo sobre una carpeta haciendo las veces de extensión de mesa.

  Pasó el día con la ya recuperada velocidad de rutina, y a las hambrientas dos de la tarde del martes llegó Electric Power Systems ¡la asignatura más importante para un ingeniero eléctrico! La da un amigo/conocido del Sr. Marano (responsable de mi TFG y profesor interno durante ya dos años), al que honestamente de vez en cuando se le va un poco la pinza e intenta provocar un apagón europeo encendiendo y apagando luces intermitentemente. A pesar de lo previamente mencionado la asignatura es seria, en ella se recoge lo aprendido tras tres años de carrera y empiezas a ver la parte práctica de todo esto, así que no se preocupen consumidores del futuro, la red eléctrica va a estar a salvo.
Monumento a Alessandro Volta en Como (siga leyendo...)

  Miércoles por la tarde y por fin ha llegado la hora de Electric Systems for Transportation, esa asignatura llena de trenes, coches y barcos eléctricos por la cual le he estado dando el tostón a mi delegado de movilidad durante tanto tiempo. He de decir que es interesantísima, igualmente práctica y avanzada como las otras dos, pero desgraciadamente la da un dementor ¿Dementor? Sí, pues con su ánimo me succiona la vida, literalmente. Cada triste palabra amplificada por su cutre micrófono reduce la separación entre mis párpados y hace tender a cero la inclinación de mi espalda respecto al suelo ¿Solución? Ristretto per favore y vuelta a clase.

  ¿Y ya está? ¿Sólo tres clases durante un cuatrimestre? Aojalá, pero desgraciadamente curso a distancia Tecnologías del Medioambiente y Subestaciones Eléctricas. Soy el típico alumno que como no vaya a clase de forma regular-diaria no se queda con la materia, pero al parecer este año eso va a tener que cambiar. No son asignaturas difíciles, pero tampoco tengo demasiada confianza en mi disciplina como para estudiar en casa al igual que lo haría en clase. Otro rollazo es que tengo que volver a Sevilla a examinarme, justo cuando aquí son los exámenes también. No, no está muy bien planteado, pero era eso o hacer la carrera en 5 años, y con 4 ya tengo suficiente. Si pude a la primera con Mecánica de Fluidos, Elasticidad y Resistencia, Electrónica de Potencia y el resto… pues con esta también.

  De lo que no me puedo quejar aunque quisiera es del transporte hasta la universidad. Poder ir a clase andando en dos minutos después de cinco años (entre instituto y universidad) echando una hora y pico entre clase y casa, es la gloria. En general cualquier tiempo invertido en dormir y no en transporte es la gloria. La única pega podría ser el tiempo, por lo que he podido comprobar es bastante extremo: por la mañana a veces tienes que coger el plumífero para ir a clase, mientras que la vuelta la haces en manga corta. Supongo que con la llegada plena del Otoño eso cambiará, pues la ida será como la vuelta: con paraguas.

La puesta de Sol y la tristeza

  En cualquier caso, como decía algunos cientos de palabras más arriba, la rutina aquí no termina de ser rutina per se. El jueves hice algo que nunca había hecho en mi vida: saltarme una clase por irme de fiesta. Lo siento Berizzi, pero es que en Old Fashion volvía a haber buffet y la noche estaba muy divertida. Pero bueno, una vez al año no hace daño. Al día siguiente me porté bien y fuimos unos cuantos al Monte Nosequé a ver el temprano atardecer milanés. 


Duomo
  El sábado me quité una espinita clavada, pues por fin visitamos Como. Desde que estaba en Sevilla tenía ganas de ir a verlo, y la verdad es que le precede la fama. A pesar de ser una ciudad cuca de pocos habitantes tiene un Duomo digno de cualquier capital, tan impresionante por dentro como por fuera. Tras dar una vuelta por la ciudad y la rivera del lago, no sin pasar por el monumento al gran Alessandro Volta, cogimos el particular funicular hasta Brunate, desde donde se puede contemplar todo el panorama de la zona. Por si fuera poco alto también nos propusimos ir andando media hora de cuestas a través del $#·”@#%@ campo hasta el faro de Volta, desde el cual puedes llegar a ver los picos alpinos (eso sí, si sois muchos en la plataforma superior, mejor id evacuando antes de que se caiga). Por eso mismo, en vez de a Alcatraz (había que despertarse pronto el sábado) fuimos a Le Banque, que tampoco está mal (más elegante y tal), pero me quedo con la primera opción.

¿Como?
  Para concluir la semana como Dios manda decidí pasarme de una vez por todas por la Scala. Resulta que gracias a L’Accordo, si el mismo día de la obra te pasas por las taquillas a las 13:00 (ópera y ballet) o 17:00 (concierto sinfónico) puedes comprar una de las 140 plazas disponibles por 10€ aprox. Sí, es un chollazo, así que no me lo pensé dos veces y allí me planté para escuchar las 2ª y 5ª sinfonías de Beethoven, que nunca está de más. Huelga decir que el teatro es precioso, rebosa estilo, ambiente, historia, ambiente y belleza. Aunque no te guste mucho la música clásica merece ir a la Scala alguna vez ¡y más por este precio!


  Así han sido las cosas y así se las hemos contado. Quizás esta haya sido la semana más aburrida (tal y como refleja la cantidad de enlaces insertados), pero al fin y al cabo estoy aquí para seguir adelante con mi carrera ingenieril, y eso vamos a hacer.


  Y sí, seguimos sin internet.

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