Demasiado tiempo ha pasado desde la última vez que me senté a escribir ¡casi un mes! No es que quiera decir 'Os avisé debidamente', pero ciertamente sabía que a estas alturas no iba a poder ser tan puntual como lo era antes ¡una vez por semana, jah! Que no cunda el pánico, de aquí a Navidad queda otra más (aprovecho la mención navideña para poner mi escena favorita de Dos Hombres y Medio). Bueno bueno, esta entrada 'sembra lunga' así que vamos con tranquilidad y buenos alimentos (algo que también echo de menos aquí):
En Milán también hay atardeceres bonitos. |
El fin de semana después de la primera (y única hasta la fecha) visita que recibimos tuvo lugar el 'Incontro Culturale Erasmus' (ICE para los amigos) en Roma, un encuentro anual de los Erasmus de toda Italia en la capital del imperio ¡Hasta 3000 asistentes! Así pues, el jueves por la noche nos reunimos en Lambrate, y tras los primeros cánticos (reemplácese 'oh Rosenborg' por 'po-litecnico') nos montamos en el autobús dispuestos a echarnos en el cuerpo unas diez horas de bus. 'Bueno, peor fue aquella vez que de Fez a Merzouga tuve que echar doce horas de bus, atravesando desierto y nieve', pues no, apenas pude dormir una hora de las diez de trayecto (aunque nos lo pasamos bastante bien en el camino).
Una vez en Roma nos metieron dos Red Bull en vena y ni cortos ni perezosos nos pusimos a visitar la ciudad. Ah, la città eterna, hacía 9 años que no pasaba por ella, y volver era muy emocionante: coliseo (imitación de Gladiator incluida), foro, piazza Venezia, Trastevere... todo el primer día y con un pedazo de tiempo soleado como acompañante. Resulta que los platos típicos de pasta en Roma son (al menos tres): cacio e pepe (queso y pimienta), amatriciana y carbonara, así que aprovechando el tiempo fuimos expresamente al Trastevere a comer un plato de cacio e pepe. Meh, no estaba nada bien para lo que costaba, pero el sitio y la plaza tenían su encanto, te dicen que estás en un pueblo perdido en medio de la Toscana y te lo crees. Una vez repuestas las fuerzas llegó la hora de la fiesta con el resto de Erasmus. Fue hace ya casi un mes y no me acuerdo muy bien, pero recuerdo que hasta la más mísera esquina estaba llena y que terminamos bailando todos música española (por cierto vaya tío más feo).
Nuevo día, sale el Sol con dos horas de sueño en el cuerpo y toca ir a la casa de Dios. Era una de las visitas que más esperaba, la última vez que había estado en i Musei Vaticani sabía muy poco o nada de filosofía o historia, aunque de mitología grecorromana iba bien servido, así que me lo pasé como un crío reconociendo las estatuas en las que me había fijado 9 años atrás (Age of Mythology y sus beneficios) y apreciando mucho más el contenido del museo. Pero si tocaba alguna foto postureo era en La Escuela de Atenas de Rafael, que además de ser impresionante tanto artísticamente como en simbología, es el escenario de esta gran pelea de gallos de ERB. Una vez terminado el tour vaticano nos fuimos rápido a comer y a dar otro paseo: castelo Sant Angelo, piazza del popolo, galleria Spada...
Por la tarde me fui a tener la que ha sido hasta ahora la mejor cena italiana de mi vida. Aproveché que estaba de paso para reencontrarme con una amiga de intercambio en Roma, así que nos fuimos a cenar al primer sitio que encontré en Yelp: La Fraschetta di Mastro Giorgo. No sólo la comida estaba genial (impresionante la carbonara), sino que era abundante y muy barata ¡Tenéis que ir! Justo después tocaba la última fiesta: Frozen. Para la ocasión nos vestimos de pingüinos (sí, ese animal que no aparece en la película) y nos fuimos a aprovechar la despedida. Recuerdo dos cosas: los altísimos controles de seguridad (el día antes había sido el atentado de París) y que la fiesta era increíble. Total, otro día durmiendo dos horas.
Senza vino non c'è festa! (lo dice el Papa) |
A las pocas horas nos tomamos un pedazo de cappuccino crema y nos dispusimos a acabar la visita de la città eterna: fontana di Trevi, piazza di Spagna, vuelta a comer y a casita que llueve (seguía sin llover). Tras coger el metro, un autobús urbano, andar quince minutos y una pizza d'asporto, por fin estábamos en el bus de vuelta a casa... Prácticamente cuatro días y a lo sumo seis horas de sueño, de verdad que no sé cómo lo pude aguantar (de hecho ahora duermo un montón, será que lo estoy compensando). Como poco cabe felicitar a la ESN por el gran trabajo realizado, coordinando a tantísima gente, por darnos tantos regalos y hacérnoslo pasar tan bien. Si estás leyendo esto y eres un futuro Erasmus en Italia, ni se te ocurra perderte el ICE.
Adesso noi dobbiamo ritornare! |
Después de la movida del móvil y demás lo único que me podía faltar es que me pusiera malo para tener ya una experiencia 100% completa, y así fue. De un día para otro el frío cayó con peso plomo en la ciudad, y pasamos de sudadera y camiseta a chaquetón, jersey, camisa y camiseta interior. Con la misma velocidad que llegó el mal tiempo me puse malo; me acosté tan tranquilo y de ahí en adelante la noche fue terrible: 40ºC, alucinaciones, escalofríos, placas... en la vida me había puesto tan malo. Tras un sábado en cama todas las horas posibles, el domingo fue un poco mejor, pero no pude tratarme porque las farmacias estaban cerradas (así es Italia, abren los supermercados pero no las farmacias), así que aún con 38ºC de fiebre y cuerpo toledano llegó el lunes, y con él el tratamiento masivo anti-virus: augmentine, ibuprofeno, gárgaras antisépticas y mucho agua hicieron milagros, y como buen estudiante el martes por la mañana estaba sentado atendiendo en clase. Así que, niños, de esto podemos sacar dos cosas: no te pongas malo en domingo, y haz caso a tu madre y lleva siempre una prenda extra cuando salgas a la calle en Milán (y más si es a partir de las 16:30, que ya es de noche).
Llegando a clase. |
Agustico |
A medida que avanzaba Noviembre las horas de trabajo evolucionaban inversamente proporcional a las horas de fiesta. Eso de salir cada fin de semana (y menos dos veces) se acabó, pero eso no quita que de vez en cuando saliéramos a dar un voltio (V). Tras el finde en cama, perderme el partido del siglo (Inter-Frosinone), y el desastre de El Clásico ir al Beerlympics parecía un plan perfecto: flipcups+beerpong+ESN ¿Qué podía salir mal? Pues nada, todo salió genial: gritamos, cantamos, bailamos, jugamos, ganamos y llegamos tarde a casa. Tan contentos estábamos que al día siguiente no teníamos otra opción que comer patatas riojanas acompañadas de un par de copas de vino blanco ¡Ole!
Mmmm ¡abadejo con leche! |
No tan buena en el sentido culinario fue la cena siguiente. Tengo que contarlo porque hacía tiempo que no me reía tanto, y es que no es para menos... Resulta que dentro de nuestro fantástico menú semanal de comidas, a fin de llevar una dieta equilibrada, tenemos un día en el que comemos pescado. Debido a nuestro ajustado presupuesto Erasmus dicho pescado es el más barato que encontramos (que aún así es caro), en este caso un pescado de cuya existencia me he enterado aquí en Milán: el abadejo. Las semanas atrás lo había intentado hacer a la plancha con ajito frito y su limón, pero entre nuestras sartenes extra-adherentes y la calidad del pescado normalmente terminábamos cenando una especie de revuelto de pescado y tomate. Pero esta vez era diferente, hartos de tomar el asqueroso pescado pensamos adobarlo como el cazón (que sí, el pescado es el cazón, no 'el adobo') pues más o menos tienen un aire, pero se nos fue la pinza y se nos olvidó marinarlo la noche antes. Por suerte Jaime se levantó original aquel día y encontró en la zona oscura de internet una receta para hacer con pescado congelado: pez con leche. Mi expresión era épica contemplando la preparación paso a paso: primero coge los filetes fríos (cual corazón de tu ex-novia) de abadejo, báñalos con dedo y medio de leche en una bandeja y a continuación mete todo junto en el horno... se mascaba la tragedia. Parecía que los peces fueran a recobrar vida en ese mar de leche, y a medida que se calentaba el horno se mezclaba el jugo del pescado con la leche. Aquello olía a colacao y a pescadería a la vez. Nuestro compañero de piso Gigi y yo no parábamos de reírnos ante la apetitosa pinta del plato... él ya había cenado, yo reía por no llorar. Viendo el percal nos pusimos a preparar una ensalada mientras se terminaba de invocar al mismísimo diablo en el horno, y en cuestión de 15 minutos estaba sentado junto a la mesa grabando la triunfal llegada del plato a la mesa: había que tener pulso pues como te despistaras se salía la leche y el pescado de la fuente. Tras probar Jaime su obra magna y observar en su cara una muesca de dolor fallidamente disimulada, me armé de valor e hinqué el tenedor en un trozo, que según lo clavaba iba sacando el agüilla blanca del pescado... Por mucho que Jaime dijera dijera '¡Está bueno, está bueno!' no tuve el valor de tomar más. Sólo diré que aquello sabía como olía: a cola-cao con pescado. Aquella noche cené ensalada, Jaime el abadejo, que 'estaba muy bueno'.
Pizza and politics. |
Cambiando de tema, cada semana organizamos debates por internet a través de nuestra web Parlamento Debate, así que seguimos bastante bien la actualidad política española. Hemos tenido la suerte de que al venir a Milán hemos encontrado a gente que comparte nuestra afición por la política, así que además de darle más vidilla al grupo quedamos para hacer cosas diferentes. Por ejemplo, el 30N fue 'el primer debate de la campaña' entre los líderes de los principales partidos (sin Rajoy), así que esa noche acabamos quedando en nuestro piso, pizza y panettone de por medio, para ver el debate juntos.
Pocas cosas se me quedan en el tintero, podría contaros lo divertido que es estudiar Tecnologías del Medioambiente a distancia, pero no lo es. Lo que sí que me gustó fue un concursete de cocina que preparó mi amantísima ESN; nos citaron a las 9:30 de la mañana en una de las zonas más nuevas y chulas de Milán y nos llevaron a las instalaciones de una escuela de cocina. Una vez allí nos explicaron cómo hacer una 'vera lasagna' paso a paso, después nos dividieron por grupos... ¡y a cocinar! Me tocó con Henri (el primer finés que conozco), y juntos nos pusimos mano a mano a preparar la lasaña ¡hasta dos horas cocinando el %$"!$@ ragú! Mientras se hacía al horno también aprendimos a hacer un rico tiramisú (bastante más fácil de cocinar), y finalmente sobre las 14:30 nos sentamos todos en la mesa vino en mano para disfrutar lo trabajado. Se me olvidaba lo más importante ¡al final ganamos! Así que además de pasarlo genial y comer muy bien, nos llevamos un delantal a casa (que nunca viene mal debido a lo guarrete que cocinamos).
La lasaña ganadora. |
Y bueno, estas más de dos mil palabras describen bastante bien lo que ha sido Noviembre. Desde Roma no hemos salido fuera de la ciudad ni hecho ningún viaje, pero el curso empieza a ponerse más feo que el abadejo con leche y ya va siendo hora de enclaustrarse. Además más vale que me salga todo bien este semestre, si es así podré hacer unas prácticas remuneradas con el departamento de transporte (¡yuju!) durante el segundo cuatrimestre, algo que os recomiendo al 100% si vais a hacer el Erasmus: no sólo te pagan sino que viene genial para el CV y aprendes una barbaridad.
Así han sido las cosas y así os las he contado ¡Hasta que nos olamos!
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