Eran ya las dos de la madrugada y no podíamos conciliar el sueño, en su lugar hablábamos de todo y nada, de las tonterías de turno, y cómo no, de Simeón. La única pega a todo ello es que el despertador de mi fantástico LG de última generación estaba programado para sonar en cuatro horas, y eso ya no me hacía tanta gracia ¿Por qué a despertarse tan pronto? Pues por el legendario Evento Nazionale (EN, se recomienda reproducir de fondo el vídeo en bucle para crear atmósfera), esa fiesta que reúne anualmente a los Erasmus de toda Italia en un sitio de playa con la única intención de bailar, beber, y adelantar un poco el síndrome post-Erasmus. Ya verás que este viaje no tiene nada, pero nada, que ver con los otros, ni Nápoles, ni Praga ni ICE.
Así pues, un tiempo de mierda nos dio los buenos días para ir caminito de Lambrate con las maletas enfundadas en bolsas de basura (ya empiezan a dar de sí los cuatro años de ingeniería). Al poquito tiempo ya estábamos rumbo a Rímini, en la querida Romagna de Lorenzo, en los ya típicos buses Diamante. No me acuerdo muy bien de todo lo que hicimos, entre el alcohol, la falta de sueño y tal todo está un poco confuso, en cualquier caso fue algo tal que así:
Pablo, aquí tienes tu foto. |
Tras varias horas de cánticos de bus llegamos a nuestro destino sobre el mediodía, y del tirón subimos a nuestra habitación del hotel. Como bien responsables que somos, establecimos prioridades, y lo primero antes que nada fue ir al supermercado a pillar las provisiones del alcohol refresquitos para el resto de los días, porque ya lo dice el Papa: "senza vino non c'è festa", y no vamos a contradecir al Papa ¿verdad? Una vez todo comprado tocaba vestirse, pues la fiesta de esa misma tarde tenía por tema las banderas nacionales, que termino siendo banderas españolas (¿80% de los asistentes eran españoles?) y de las diferentes CCAA (más de uno me pidió pintura morada para la cara, pero casualmente sólo me quedaba rojo y amarillo). Estaba pensado que fuera en la playa, pero como seguía lloviendo terminamos yendo a una discoteca en su lugar.
El comienzo del EN fue fantástico: no parábamos de cantar en el botellón, hablar, hacer fotos y el idiota, todo bajo una lluvia que ya nos daba hasta igual. La discoteca no era nada del otro mundo, pero estando todos allí nos lo pasamos genial, pero tampoco éramos conscientes de lo que se nos echaba encima, no sabíamos que lo mejor estaba por llegar. Tal fue así que la prensa local nos dedicó un elaborado artículo de opinión estructurado en cuaderna via y rima asonante ABCAB en la que contaba cómo un intrépido grupo de Erasmus "invadía" Rímini. Con la borrachera todavía en lo alto volvimos al hotel a recargar pilas, no durmiendo, sino cenando, y no una cena cualquiera, sino la cena del Chef Steffano. Si en Napoli Spring Break tuvo al Museo della Seta, el EN tiene al Chef Steffano: qué pasta, qué tomate de lata recién abierto, qué cotoletta irrompible,... qué calidad. Tal fue la emoción que nos embargó que no pudimos evitar hacernos una foto con el grandísimo Chef, el cual nos recordó que había una irrechazable oferta de primero + segundo + 1/4 vino por sólo 15€. Ni la batamanta era tan convincente.
Refresquitos |
Después de una experiencia tan impactante no nos quedó más remedio que irnos a dormir para asimilar lo ocurrido y coger fuerzas para la noche. Al poco tiempo había que despertarse, pues era la fiesta italiana y había que ataviarse con la bandera y pintarse la cara; además en apenas tres horas salía nuestro bus hacia Peter Pan, la primera gran discoteca del EN, y la verdad es que mejor que la fiesta fue el bus de ida. Tuvimos la suerte de tener al responsable más responsable y serio de todos, al grrande Paolo, que hasta dedicó varios minutos a hacer publicidad del ya famoso Parlamento Debate. Nos dejamos la garganta gritando y cantando famosos temas del folclore español como "Io conosco a Paolo Cavanna/Lucca Capacci", "Le tette di Sara" o "Evento Nazionale, Evento Na-zio-nale". El botellón fue más de lo mismo, pero rodeados de gente del resto de las ESN, que obviamente eran mucho más sosos que nosotros. Como suele pasar en todas las fiestas llegó un momento en el que entre jäger, tequila y ginlemon nos terminamos separando, pero no pasa nada, porque la organización de Rímini tiene todo en cuenta. Para que nos volviéramos a ver todos decidió hacer de la salida de los buses hacia el hotel toda una batalla campal en la que todos participamos ¡Gracias por el detalle!
Desgraciadamente al día siguiente nos perdimos el desayuno especial que había preparado el Chef Steffano, pero por una buena razón: había que coger un bus hasta San Marino ¿Cómo nos lo íbamos a perder? De San Marino decir que es un país más pequeño en dimensión y población que mi pueblo, pero que tiene el encanto de estar justo en la punta de una montaña. Como si fuera algo como Trujillo, tiene todo un estilo medieval con ramalazos extraños de venta de armas por todas partes, al parecer la ley allí es bastante laxa. El tiempo que estuvimos por allí nos dedicamos a pasear y pasear, entre las tres torres famosas que tiene y los distinto miradores, desde los cuales se podía contemplar media Romagna. La verdad es que era bonito, muy particular, pero con pocas horas de sueño encima tampoco pudimos encontrarle el gustillo, vaya. Pero no pasa nada, a la vuelta de San Marino había despejado el día, hacía Sol y por fin pudimos ir a la playa. Tras una paradita en boxes en el hotel cogimos nuestros bañadores y fuimos a Mojito Beach, un club al aire libre en la playa que fue la estrella del evento (compitiendo con el Chef Steffano). El speaker bien se merecía un plato de pasta del Hollywood, porque no paraba de cantar grandes temas como "Sole, mare, Evento Nazionale", animar al personal, echarle morro a la organización que quería ir cerrando... todo un personaje. El cierre mítico fue cuando anunció que la canción que representa al EN todos los años no es otra que Fiesta Pagana, y ya ahí se vino abajo.
Terminada la fiesta se repitió lo de siempre: a cenar a repostar, siesta en el hotel, y a prepararse para la fiesta de la noche. Esa noche tocaba la famosa Cocoricó, teniendo por temática Color Splash. El botellón fue aún mejor que el anterior, por cantar cantamos hasta carnavales, y como dice la chirigota, por beber bebimos hasta los charcos. La discoteca por dentro fue una pasada, Cocoricó es famosa por su techno (o como se llame) y el pedazo de pirámide de cristal que tiene, que está llena de altavoces y pantallas de LED, por lo que al bailar bajo la misma se crea una atmósfera incredibile. Precisamente bajo la pirámide se encuentra el escenario, donde se sucedían las gogós con rifles (porque joder, aquello tiraba como las mangueras de los antidisturbios) del líquido colorante ese asqueroso, un astronauta con fuegos artificiales y pistolas de humo, más gogós,... todo un espectáculo. Allí estuvimos bailando cerca de seis horas, sin parar un solo momento, de pogo en pogo y rompiendo todas las camisetas de los de la ESN Polimi, total ahora en lugar de tener una camiseta firmada tengo un estiloso paño firmado. La faena es que casi todos tenían chaquetita, pero en un alarde de previsión no me llevé nada, así que al salir fuera, la brisa veraniega del amanecer se encargó de darme más de un escalofrío. Fue salir de la discoteca y poder disfrutar del amanecer en el mar, fue una sensación bastante particular, ese frío particular mezclado con borrachera y cansancio me recordaba a aquellas veces en las que salía de trabajar de FB este mismo verano, con la diferencia de que esta vez salía con menos dinero del que entraba, claro. Esta vez la organización mejoró la vuelta y todo fue bastante mejor que la noche anterior, con la diferencia de que al llegar al hotel más de uno se fue de after a la playa, pero entre el frío que tenía y que la mitad de mis genes son de perezoso, me quedé durmiendo en el hotel.
Con la tontería ya llegó el último día, esta vez amanecía más tarde que nunca (San Marino tenía un pase, pero Italia en Miniatura...) así que para aprovechar nos fuimos a la playa del tirón con nuestras "barrocas" camisetas del EN de la ESN Polimi. Esas horas en la playa fueron las mejores para mí: solecito y calor tras dos días de tiempo regular, bañándonos en el Adriático en una playa de estas infinitas, bebiendo y jugando al 1x2 en el agua,... fue una pasada, la verdad. Y para rematar la faena nos fuimos al Mojito Beach, donde se repitió el fiestión del día anterior. No entro en más detalles porque esta parte del viaje es la más borrosa, pero seguro que más o menos pilláis la esencia de la situación. Ya al atardecer volvimos andado por la playa hasta el hotel, para volver a disfrutar de la gastronomía Steffaniana y prepararnos para la noche. Esta ocasión tocaba la temática más chula de todas: la fiesta de la L. En esta fiesta la ESN Polimi decidió que nos disfrazáramos de cualquier cosa que comenzara por una letra escogida al azar; después de la desilusión de que en el sorteo saliera la L, y no la M para ir de Museo della Seta, tuvimos que pensar bastante para encontrar algo original, y desde luego hubo de todo: una reala de life guards, luigis, LED, Learning Agreement Parlamento Debate incluído,.. y un servidor de Lucky Luke, que terminó siendo Lucky Luke marca Hacendado por el poco parecido con el original. Eso sí, la pistola que echaba chispas y las esposas fueron un puntazo en la fiesta, pero no volví ni con las esposas, ni con la pistola, ni con el sombrero. Todo aquello ocurrió en Altromondo, un club no tan conocido, pero donde aquella noche pinchaba Benny Benassi, que al parecer es un chavea famoso. La verdad es que mientras que él pinchaba la música fue buenísima, muy divertida y diferente al del resto de días, pero cuando se fue todo se vino un poco abajo. Así pues, otra vez acompañados por el amanecer, nos volvimos andando al hotel, sabiendo que en unas pocas horas nos volvíamos a casa, que había terminado el EN, que este sería mi último viaje con la ESN, y peor todavía, que no volveríamos a ver al Chef Steffano.
Nótese el punto que señala la pistola. |
Pasados unos días y recuperada nuestras capacidades, ya toca hacer balance del EN. Para qué engañarnos, ha sido una puñetera fiesta que ha durado tres días y en la que ha habido tiempo y ocasión de todo: playa, sol, noche, bañitos, discoteca, chiringuitos,... de todo absolutamente. No había prisa ni expectativas, ni obligaciones y deberes, así que todo ha ido como la seda (nunca mejor dicho) a pesar de la nefasta, en algunas ocasiones, organización de Rímini. Al principio podía parecer caro, pero siendo lo que es, y ocurriendo una vez en la vida, merece más que la pena. Si no te he conseguido convencer con la entrada (no voy a comisión eh) para que vayas ya lo harán los demás cuando se acerque el viaje dentro de un año, y dí que sí, o te terminarás arrepintiendo. No sólo es una oportunidad para valorar más este año que va tocando a su fin, las experiencias que estás teniendo y que improbablemente volverás a vivir de la misma manera, sino que también es una ocasión para conocer a más gente nueva aún, volver a ver a ese (o esa ;) ) que te encontraste un día de fiesta, te echaste unas risas, y al que no te volviste a encontrar y pasártelo mejor aún con los que ya conoces. Obviamente en estas fiestas también te encuentras con los subnormales de turno, cada uno tenemos a los nuestros y siempre habrá alguno, pero siempre hay que centrarse en lo positivo ¿no?
Y bueno, termino ya que memosiono. Vaya por ustedes y este viaje que nos habéis brindado.
Y por el Chef Steffano.
Wow! For hoz many?
ResponderEliminarCia Miguel
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