Eso es, hace apenas 4 días hizo un mes desde que por vez primera pusiera un pie en suelo milanés. Ya sabéis a la perfección cómo fue la cosa, pero por aquel entonces todavía no tenía piso, mi acuerdo de estudios seguía en el aire y mil cosas podían salir mal. Bien, salieron mal, pero todo se terminó solucionando: he conseguido el acuerdo que quise desde el principio, la ciudad me encanta, conseguimos un piso barato y en una ubicación fantástica, he mejorado bastante el italiano (es fácil mejorar algo que no puede empeorar) y lo de la plancha no es para tanto (de momento).
¡Tesla a la vista! |
El día a día es completito: bastante horas de clase, cocinar e 'imponer un poco de orden' en casa, y a pasar todo a limpio. Aún así, gracias a nuestra querida ESN cada semana se hace diferente, ya sea por los míticos Tandems de los martes (4€ buffet libre con copa con jueguecito incluído, pero con cola unisex del baño), las noches de Panzerotti, o esas carreras on-line a las 9 en punto según el reloj atómico para conseguir una de las escasas plazas para alguna de las excursiones (y después quedarte en lista de espera). Lo único cierto es que vas a dormir poco y de forma intensa, no hay nada mejor que días llenos de cosas diferentes que apenas te dejen 15 minutos para escribir una entrada en tu Cuaderno de Erasmu-tácoras. Raro es el día en el que no conoces a alguien nuevo (con alta probabilidad de olvido), y más raro aún es que no sea español. Pero bueno, nada une más a dos extranjeros que el himno de la ESN a las puertas de Alcatraz, copa mediante.
Il Duomo desde una terraza. |
No, no echo de menos Sevilla. Sí, está feo y tal, pero curiosamente si echo algo en falta es la universidad (ayer se cayó parte del techo del aula a 50cm a mi derecha, como si nada) y su infraestructura. De momento el tiempo se está portando, a medida que entra el frío tomar una Moretti al solecito se hace más rico. No tenemos capote en Milán, pero tenemos Colone. Tampoco hay Líbano, ni Alfonso, pero hay Alcatraz, Le Banque y Old Fashion. Aquí no se adoba el cazón, pero se hornean las foccacias y se llevan los aperitivos. Tampoco hay Metro de Sevilla... espera esta comparación es absurda, pues el abono de todos los transportes milaneses juntos vale 20€, y el de 40 viajes en metro en Sevilla, 45€. Milán le da una paliza a Sevilla en casi todos los aspectos (como no podía ser de otra forma), pero lo que sí que no hay aquí es una Feria de Abril y sus sevillanas ni un Carnaval de Cádiz y sus coplillas... *Ay*.
Los tres mosqueteros-civiles: Lorenzo (AKA Rocky), Giacomo y Luigi (Gigi per amici) |
Pesto presto |
Además ¡ahora es cuando empezamos a ser adultos de provecho! Lorenzo nos sigue ayudando con el tema de las proporciones de la lavadora y Gigi nos da lecciones magistrales de gastronomía italiana, pero mi objetivo como adulto era acercarme a la mítica salsa de ajo y limón de mi madre, y señores hoy lo he conseguido. Todavía no hemos averiguado por dónde se le mete el agua a la plancha (para eso servimos cuatro ingenieros, será por los peones camineros), pero el gas ya lo dominamos (sí, algún que otro paño ha salido ardiendo) y por fin tenemos Wi-Fi.
La única excursión que hemos tenido esta semana, y gracias otra vez a la ESN y a la financiación del PoliMi, ha sido la de la visita al Cenacolo. No nos dejaron hacer ningún tipo de foto (para que te compres la postal), pero es exactamente como os lo imagináis. Un poco desmejorado, sí, pero sigue siendo la última cena. También tuvimos la oportunidad de visitar la Chiesa de San Maurizio, denominada la Capilla Sixtina Milanesa, que es de las iglesias más bonitas que he visto, cubierta en cada centímetro por vistosas pinturas. Como no pude hacer ninguna foto del fresco, aquí va una en la que intentamos enderezar la famosa columna inclinada de Milán (¿no la conocéis?).
Poco más hay que contar, ya esta entrada llega con retraso, y la siguiente seguramente también lo hará, podría contaros como son las clases, pero de verdad que no queréis saberlo ¡Hasta la próxima amiguetes!
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